Dentro del predio es decir en "la quinta Caballero", respetando la estructura natural del médano y bordeando la plantación de membrillos, algunos pescadores otrora asiduos acampantes construyen sus casas de playa. En los inicios algunas son de madera otras de material pero todas responden a las necesidades básicas de aseo y descanso para pasar el verano cerca de la caña. La década del 70 lo encuentra a don Timoteo resignando la plantación para disponer de los terrenos que se igualan en una medida de 200 metros cuadrados distribuidos en 10 de frente por 20 de fondo. En torno a la costa y tres calles, un sendero vehicular que comunica dos de ellas y uno peatonal sobre el oeste, se empiezan a emplazar las nuevas y sencillas residencias marítimas.
La abigarrada estructura arquitectónica que cobró con el tiempo la villa responde a que los lotes son en muchos de los casos compartidos por amigos o familiares, pero también a la falta de ajuste a reglamentaciones urbanísticas del espacio.
La permanencia de la afición por la pesca deportiva de los herederos de las casas originales también impone lo suyo a la arquitectura del barrio, ya que patios o jardines se convierten con el tiempo en espacios destinados a embarcaciones, lanchas, canoas, etc.
Caballeros de la villa: El "paisano" Sanchez quien construyó justo al lado de la casa de don Timoteo.
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